LOS CAMBIOS FÍSICOS

cambios fÍsicos

¿DE QUE HABLAREMOS?

Hoy, aquí, hablaremos de los cambios físicos en la adolescencia, para entender que factores los causan, como se desarrollan y lo que ello significa!
cambios fÍsicos

¿DE QUE HABLAREMOS?

Hoy, aquí, hablaremos de los cambios físicos en la adolescencia, para entender que factores los causan, como se desarrollan y lo que ello significa!

VEAMOS…

¿Qué impulsa estos cambios físicos?

 

Por un lado,  estos factores son internos, y se les llama factores endógenos.

 

Los primeros cambios en el organismo, comienzan en el hipotálamo, en la parte inferior del cerebro, entre uno y dos años antes de que aparezcan los primeros cambios visibles a nivel corporal, así como el famoso estirón o el cambio de voz.

 

El hipotálamo, comienza a incrementar gradualmente la producción de determinadas hormonas en otras glándulas, junto con el punto de regulación de estas. Esto ocurre cuando se llega a un umbral de grasa corporal.

 

 

Aunque la genética, entre otros que veremos después, también influye.

 

Algunas hormonas culpables de todo esto son el estradiol y la testosterona, que aunque durante la infancia tienen concentraciones similares entre los dos sexos, una vez comienza la pubertad, el equilibrio y el punto de regulación de estas cambian, de modo que las mujeres producen más de las primeras y los hombres de las segundas.

 

 

Todo esto ocurre gracias al ciclo de retroalimentación del sistema endocrino.

 

Entre el hipotálamo, la hipófisis, las gónadas y las glándulas suprarrenales, se controlan y ajustan las hormonas sexuales, gracias a la supervisión del hipotálamo, hasta que la concentración de éstas alcanza un nivel óptimo, alcanzando el nuevo punto de regulación.

 

Según los estudios, las mujeres entran en esta etapa, de media, dos años antes que los chicos

 

Aunque las mejoras en la nutrición y la atención médica o, el estrés, la posición socioeconómica y las toxinas ambientales, también influyen en el inicio de todo el proceso de la pubertad.

 

En el momento en que aparecen la menarquía (la primera menstruación) o, en hombres, la eyarquia (la primera eyaculación, que no se da al mismo tiempo que la espermarquia, que es la primera producción de espermatozoides), es cuando se considera que se ha entrado en la pubertad y, para las mujeres, es el cambio físico más destacado puesto que partir de este momento tienen ciclos menstruales cada 28 días(+o-) hasta que llegan(+o-) a los 40-45 años.

 

 

En el punto de crecimiento más rápido, las chicas crecen unos 9 cm al año, los chicos unos 10.5 cm.

 

SIGAMOS…

A pesar de ser un factor interno, los estudios han descubierto lo que se llama tendencia secular de descenso en la edad de la menarquia, es decir, la edad de aparición de esta se ha ido reduciendo en las últimas décadas, se cree que esta tendencia está provocada por los factores referentes al entorno que acabamos de exponer.

 

Esta tendencia está provocada e influida por factores exógenos, es decir factores externos al propio organismo.

 

Algunos de estos son: las mejoras en la nutrición y la atención médica o, el estrés, la posición socioeconómica y las toxinas ambientales, que influyen en el inicio de todo el proceso de la pubertad .

 

Ahora podríamos preguntarnos si la edad en que aparece la pubertad va a seguir disminuyendo.

Pues aparentemente no.

 

Las mujeres, más afectadas por este fenómeno que los hombres, parecen contar con un intervalo de reacción establecido genéticamente, endógenamente, respecto a la edad en que aparece la menarquía, haciendo que no pueda aparecer ni antes ni después de ese intervalo establecido internamente.

 

 

 

Así pues, tanto la genética como el ambiente contribuyen de forma esencial al desarrollo.

 

 

Los cambios que se experimentan y el momento en el que aparecen, dependen de diferentes factores, tanto internos (como la genética), como externos (como la cultura), ya que el intervalo de reacción para que aparezcan los primeros cambios va muy ligado al medio o país donde se nace y sus características.

 

En este punto debemos aclarar la diferencia entre pubertad (cuando aparecen los cambios físicos que hacen que se llegue a la maduración sexual) y la adolescencia ( que son los cambios psicológicos y sociales que tienen como objetivo llegar al pensamiento adulto).

 

Las mujeres producen estrógenos, el más importante el estradiol; en el caso de los hombres, son andrógenos, el más importante es la testosterona.

 

 

 

En el momento en que comienza la pubertad, comienzan los cambios y las consecuencias que conllevan.

 

Como comentábamos, a veces y cada vez más, la etapa de desarrollo es avanzada, lo que significa que han aparecido signos físicos, de forma temprana respecto al resto del entorno o de los compañer@s de clase.

 

Cuando esto pasa, como explicábamos en el artículo anterior, algunos estudios indican que, sobretodo en las niñas pero también en niños, en que es así,

 

existe un riesgo de sufrir trastornos alimentarios, estados de ánimo depresivos, consumo de drogas, problemas escolares y sobre todo, conflictos con los padres , como discusiones que terminan en acusaciones abiertas sobre el autoritarismo, el control, etc.

 

 

 

Y, ¿QUÉ PASA?

 

En las mujeres, de un día para otro, el mundo que conocían, se ha esfumado, dando paso a una época de altibajos, que muchas veces no entienden exactamente de dónde vienen y a un bucle constante de cambios hormonales cada 28 días, con lo que ello supone.

 

En los hombres, aunque no es tan inmediato, también cambian muchos factores de su realidad.

 

 

Uno de los riesgos de todo esto es que, las chicas tienen más probabilidades que los chicos de formarse una imagen corporal negativa, puesto que la atención que se presta al físico, es el centro del género femenino (Wichstrom, 1999; Harter, 1989; Rosenblum y Lewis, 1999; Siegel, 2002)

 

 

En los chicos, el problema/riesgo, es la agresividad en su papel de género (Pollack, 1998) que contribuye a conductas problemáticas (Arnett, 1992a; Wilson y Herrnstein, 1985).

 

 

 

 

A nivel social,

 

los chicos que se desvían de los canones físicos o de las normas de género, son ridiculizados por sus homónimos (Berndt y Heller, 1986).

 

Las mujeres sumamente femeninas, tienen puntuaciones más altas en ansiedad y bajas en autoestima (Bem, 1975).

 

En cambio, los hombres y mujeres que tienen una combinación de rasgos más neutros, suelen tener una inteligencia emocional mayor (Guastello y Guastello, 2003).

 

 

 

¿En general, todo esto son diferencias sexuales, que pasa con el género?

 

El género se refiere a las categorías sociales de masculino o femenino (Helgeson, 2002; Tobach, 2004; Unger y Crawford, 1996).

 

En las culturas tradicionales, la conducta esperada de los adolescentes y el trabajo que realizarían de adultos estaban claramente separadas por el género (Howard, 1998; Schlegel y Barry, 1991)

 

Según el último estudio del NORC (1994), las creencias tradicionales son ahora más débiles, pero no inexistentes, como bien reflejaron los resultados, donde se expone el supuesto de que los hombres deben poder salir al mundo y hacer cosas, en cambio las mujeres deben enfocarse en los hijos y el hogar.

 

Todo esto provoca que la identidad de género (hombre o mujer) genere una identificación de género, es decir, según el sexo con el que has nacido, debes seguir el ideal de femenina o masculino, provocando una socialización diferencial por género.

 

El término ‘identidad de género’, hace referencia a la socialización de hombres y mujeres, de acuerdo con las diferentes actitudes y conductas que se consideran apropiadas para cada uno (Burn, 1996; Bussey y Bandura, 2004).

 

Ésta socialización, sumada a las diferencias físicas, comporta que ambos sexos desarrollen habilidades y actitudes diferentes, que llevan a conductas diferentes.

 

 

 

‘Todo comienza:

en la forma que los visten y qué juguetes les compran’

(Shakin, Shakin  y Sternglanz, 1985; Sidorowicz y Lunner, 1980).

Los estudios, atestiguan que los padres fomentan actividades específicas según el sexo y su correspondiente rol de género y desalentan aquellas que consideran incongruentes

( Bussey y Bandura, 2004; Lytton y Romney, 1991).

 

 

 

¿QUE PODEMOS ESPERAR?

 

Es muy frecuente que todos estos cambios lleven a ‘disgustos’, baja autoestima, autocrítica o comentarios desagradables por parte de otras personas.

 

Como padres debemos estar al lado de nuestros hijos cuando se producen estas situaciones y prestarles especial atención.

 

Los trastornos alimenticios como la anorexia, la bulimia, la megarexia, etc. (puedes leer más al respecto en este artículo).

 

La mayoría de veces, todos estos trastornos empieza por el mismo motivo, la persona no se siente bien consigo misma, no encuentra o no ve posible la forma de llegar a sentirse bien y recurren o terminan con grabes problemas de salud.

 

Si detectamos que no están comiendo (cuidado que no es tan obvio como parece, tienen formas de ocultarlo), que están comiendo demasiado rápido y de forma ansiosa (modo atracón) y después salen volando al baño, o que a pesar de que parece que siguen con sus hábitos y formas de alimentación normales, su físico está cambiando mucho y muy rápido;

 

 

SIEMPRE, SIEMPRE, SIEMPRE

es mejor consultar con un experto, hacerles una revisión medica, una analítica o ambas cosas e incrementar la atención que les prestamos hasta estar del todo seguros de que está todo bien. Estos trastornos no tienen que suponer un problema a largo plazo siempre y cuando les demos la información, el apoyo, la asistencia y las herramientas necesarias.

 

Siempre que se den estos casos, los médicos y los psicólogos son a quienes debemos recurrir.

 

De todos modos si sospechamos, por el motivo que sea, que nuestros hijos pueden estar en riesgo de sufrir estos trastornos, lo más importante es hablarles de ellos, darles toda la información tanto la ‘bonita’ que ellos están viendo, como la ‘fea’, información que incluye y debe incluir testimonios reales, fotos que muestren las consecuencias y todo lo relacionado con las consecuencias que estos tienen en la salud física y mental.

 

Puede parecer tan radical como loco proceder así ante la mínima sospecha pero es vital que antes de sentirse parte del colectivo que se ha formado entorno a estos trastornos (lee sobre ellos aquí), reciban toda la información sin filtros, pues luego es muy complicado que interioricen lo perjudicial que es el camino que están tomando.

 

También es muy importante darse cuenta de en qué sociedad vivimos…

 

Aunque está muy bien estar sano, no sufrir obesidad, tener buen tono muscular y todo lo que tiene relación con esta idea de bienestar i cuidado personal, el canon de extrema delgadez con el que nos bombardean y al que estamos sometidos, todos, grandes y pequeños; no es bajo ninguna circunstancia sano o beneficioso ni para nuestro sistema ni para nuestra mente y mucho menos para un organismo que se esta desarrollando física y psicológicamente.

 

 

 

Volviendo al punto anterior…

 

En caso de que intuyamos que pueden llegar a considerar esta opción, un posible ‘cortafuegos’ (además de toda la información y medidas necesarias) es recomendarles / permitirles / sugerirles /etc. ir al gimnasio, puesto que si lo que les desagrada es su físico y están dispuestos a lo que sea para cambiarlo, es mucho mejor darles una salida sana, darles una herramienta para que puedan trabajar aquello que no les guste, que además contribuye a que terminen de entender que las cosas no son fáciles, ni se consiguen sin esfuerzo o por vías absolutamente insalubres.

 

Muchos estaréis pensando ‘¡¿cómo voy a pagarlo si no puedo ir ni yo?!’ tengo varias respuestas para vosotros.

 

La primera, si no puede ser un gimnasio, hay formas de hacer ejercicio en casa o al aire libre que cumplen la función y son mucho más económicas.

 

La segunda, muchos centros de este tipo tienen tarifas reducidas para las familias o tarifas reducidas en función de los horarios.

 

Y la tercera, se perfectamente que hoy en día no está el horno para bollos y es muy complicado llegar a final de mes pero la salud física y mental de nuestros hijos debería importarnos lo suficiente como para buscar alternativas, ya sea salir con ellos a correr, comprarles un par de pesas, apuntarlos a un gimnasio o habilitarles un espacio en casa con el mismo fin.

 

 

Más allá de lo anterior, también puede ocurrir que los cambios que experimentan les lleven a otro tipo de problemas, muchas veces, menos evidentes.

 

 

La baja autoestima, el acoso escolar, el bulling, el exceso de autocrítica negativa, etc.

 

A todo esto también hay que prestarle muchísima atención, y de nuevo, el ‘protocolo’ es hablar con ellos, darles la información necesaria, hablar con los expertos y, si es necesario, ayudarles a compartir y exponer el problema ante quienes puedan ayudar ponerle solución.

 

 

DICHO TODO ESTO,

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